Nº 10. La historia de la señora Cornelia
A mi hija tuve que sepultarla en el patio trasero de la casa comenzó su relato la señora Cornelia con su cara ancha, huesuda y su piel ajada por el tiempo, el día que me la encontré casualmente en una casona vieja de Quibdó, donde funciona una oficina que atiende a desplazados. Me llamó la atención su vestido satinado de color naranja, con boleros azules en las mangas y la falda. La enterré allá junto al galpón donde alguna vez criábamos gallinas dijo en la época en que ni siquiera sabíamos qué eran actores armados. Apenas tenía once años cuando murió de física hambre.
Eugenio Perea García
Marzo 2008